jueves, 19 de diciembre de 2013

ABRIENDO PUERTAS

Hace ahora un año, publicábamos un post en este blog que decía literalmente lo siguiente: “llega la navidad, esos días en los que se reúnen las familias, se hacen regalos, reina la alegría, se cantan villancicos, todo el mundo es bueno y cargado de buenos deseos, comes para todo el año y la armonía fluye en el ambiente como el oxígeno que respiramos. Pero, ¡alto!, ¿de qué estamos hablando? Rebobinemos. Esta navidad también son días de crujir de dientes de los desesperados que hace muchos meses no encuentran un empleo, en la que muchos reciben ese mail fatídico en el que te informan que eres parte de un ere, en el que uno deposita con pudor ese kilo de arroz en las bolsas solidarias para los que no tienen nada que comer o de rebuscar entre los millones de juguetes de tus hijos para donar esos que nunca merecieron ni un segundo de su tiempo. Ha vuelto la caridad y ha desaparecido el contrato social. Una broma de mal gusto”.

En uno de sus libros Marx, Carlos, afirmó solemne que la historia se repite dos veces. La primera como tragedia, la segunda como farsa. Dado que la crisis comenzó hace cinco años, habría que preguntarse por las etapas que deberíamos haber vivido tras la farsa, porque los sucesivos años de la crisis parecen instalados en un día de la marmota infinito. Aunque no hay nada eterno y el optimismo ha de ejercerse como una fórmula de resistencia moral, se nos bombardea con fruición y desenfreno con noticias que nos zarandean como un juguete oscilante entre la frustración y la peligrosa melancolía. Porque ver, con la que está cayendo, en este año que ya por fin acaba, algo tan banal como el reciente pacto de gobierno de las dos principales fuerzas políticas alemanas, es observar una inquietante representación simbólica del mundo actual. Viejas, nobles y solidarias ideologías, fiduciarias durante décadas de la confianza de millones de personas, hoy abocadas a un dudoso y provinciano pragmatismo, ejercido por poderosos sin más ideas que sus gestuales golpes de autoridad, sus sincopadas e insustanciales aseveraciones, que inundan con una frecuencia excesiva  tribunas más parecidas a frontones que a creíbles asambleas de la democracia.

El contenido de su último libro lo ha dedicado a reflexionar que ocurre cuando personas normales confrontan con gigantes, en sus más variadas formas, como ejércitos, gobiernos o empresas. Malcolm Gladwell, en su obra “David & Goliath”, sugiere la necesidad de una nueva guía para encararse con esos gigantes que nos fastidian la vida, para reconocer que en sus manifestaciones de fuerza en realidad se oculta una extraordinaria vulnerabilidad, para interpretar adecuadamente su verdadera naturaleza y reconocer que no son realmente lo que aparentan, porque hacerlo así es el recurso que nos queda para abrir puertas y crear oportunidades, y para hacer posible lo que podría parecer impensable. Llevamos demasiados años de crisis y no es cierto, como decíamos hace un año, que ya haya desaparecido el contrato social, sino que en verdad se lo están cargando, año a año, discurso a discurso, ley a ley, con su trágica miopía y el silencio de millones de indolentes testigos. Ya lo dijo el poeta, mucho antes del recuerdo del relato bíblico recuperado ahora por el anglosajón, Gabriel Celaya escribió que “se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo”.


Dedicamos este post a los millones de silenciosos que aún esperan el momento de sus vidas. Os deseamos una navidad y un año nuevo que sea el principio del fin de vuestras pesadillas, y que sea la puerta que nos abra un futuro cargado de justicia, de equidad, de solidaridad, de igualdad, belleza y ternura. Por un futuro diferente. Feliz navidad.

Autor: Algón Editores

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